domingo, 29 de abril de 2012

Perdiendo lectores


“Había una vez en un país muy, muy lejano…”

¿Quién de nosotros no ha escuchado esa “típica” frase siendo pequeños?

¿Quién de nosotros no recuerda aquellos días en los que exigíamos oír un cuento de aventuras, de princesas, de dragones…?

¿Quién no recuerda la sonrisa que aparecía en nuestro rostro tras la expresión “Y fueron felices…”?
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Si echamos la vista atrás, posiblemente, todos coincidiremos en afirmar que cuando éramos niños nos interesábamos por esas historias que se inventaban nuestros familiares, esos cuentos que encontrábamos en los libros…, y gracias a los cuales llegábamos a deleitarnos con la lectura. Recordando esos momentos nos damos cuenta que una gran parte de ese placer por una buena narración se debe a la fantasía, creatividad e imaginación que nos caracteriza cuando somos pequeños, produciendo que nos aficionemos por la lectura y nos convirtamos en pequeños lectores en potencia.

Sin embargo, lamentablemente, con el paso del tiempo, ese gusto y afición por la lectura a poca gente le perdura.

¿Cuál es la causa?

¿Cuál es la razón por la que muchas personas pierden el interés por los libros?

Sin ninguna duda, si nos paramos a pensar daremos con numerosas respuestas: los amigos, la escuela, la sociedad... Y un sinfín más. No obstante, desde el punto de vista educativo creemos que, principalmente, son dos los factores que propician esta situación:

1. El entorno.
2. Las tecnologías.

En primer lugar, observamos que en la mayoría de ocasiones desde las escuelas y desde el entorno familiar no se fomenta adecuadamente este hábito. El colegio lo plantea como una obligación en lugar de cómo una oportunidad para aprender y disfrutar trasladándose a mundos remotos e imaginarios o sintiéndose parte de una historia. La familia, en muchos casos, o insiste demasiado en la lectura, provocando que éste llegue a aborrecerla; o ignora este hábito y no se lo presenta desde la infancia. ¡Busquemos el término medio, por favor!

En segundo lugar, en la actualidad ya es un hecho que la mayoría de jóvenes prefieren mil veces conectarse a sus dispositivos móviles o a sus ordenadores antes que sentarse y disfrutar de un buen libro.

En cierto modo, esto último no resulta tan extraño, pues cada vez son más los jóvenes que desafortunadamente necesitan desconectarse del mundo: problemas familiares, personales, escolares, sociales… ¿qué niño no ha oído hablar de la crisis e incluso tiene una vaga o, incluso, calara idea de lo que es?  

Esto hace que las nuevas tecnologías se presentan como una vía de escape ante el movimiento y velocidad de la sociedad, el estrés, las preocupaciones…, ya que éstas no exigen una gran concentración, se trata de hablar con los amigos como lo haces cara a cara pero sin mirarles a los ojos, de jugar a matar marcianitos o de recaudar los impuestos de las casas de tu “ciudad”. Por el contrario, los libros exigen una mínima concentración para comprender qué estás leyendo, entender por qué el protagonista no corre cuando le persiguen o por qué ese es el culpable y no otro; por no hablar que en ocasiones el mundo de los libros es tan idílico o activo, lleno de aventuras y universos mágicos, que los jóvenes prefieren el que hay en las páginas en lugar del que hay en la realidad, provocando frustración y desaliento y prefiriendo cerrar el libro para no entristecerse más.

Pero el problema no se queda sólo ahí, pensemos que cada vez es más caro adquirir un libro, los precios suben y el capital del ciudadano de a pie no aumenta, muchos padres aunque en un principio les inculcaron el ánimo lector a sus hijos no pueden permitirse comprarles cada mes un libro.

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Nuestra labor como futuros maestros es mostrar que si no se puede comprar un libro y quieres leer, existen bibliotecas a las que… ¡no hay que tener miedo! Que en Internet hay diversión y distracción y puede ser un hobby, por qué no, pero hay muchas más cosas en la vida de las que disfrutar y la lectura es una de ellas.

Por ello, fomentaremos la lectura y si el problema es el papel… leeremos en e-books, porque aunque pueda parecer que mostramos las tecnologías como enemigas de los libros, también intentan que estos perduren.

Fuera el miedo a los libros, a las bibliotecas y a las tecnologías. No permitamos que las novedades arrasen con lo que nos hizo felices en el pasado, aprendamos a aceptar lo que fue, lo que es y lo que será, encontremos el punto medio y disfrutemos combinando todos los placeres que nos aporta la sociedad actual.


Tania y Valeria

domingo, 22 de abril de 2012

Más allá de la tecnología

Si revisamos el currículum de Educación Primaria podemos observar que los alumnos durante esta etapa deben adquirir una serie de competencias, entre las cuales se encuentra: "Tratamiento de la Información y Competencia Digital". A través de ésta se pretende que los alumnos, haciendo uso de las tecnologías, desarrollen la habilidad de buscar, interpretar, analizar y reelaborar información proveniente de diversas fuentes, con el objetivo de que ellos mismos construyan su propio conocimiento y obtengan una visión crítica acerca de la gran cantidad de datos que reciben cada día.

Sin duda alguna, en estos tiempos que corren, esta competencia es útil y necesaria si no queremos tener una ingesta excesiva de información. No obstante, y a nuestro modo de ver, mediante ésta se debería de trabajar también  un aspecto igual de importante: “aprender a vivir sin las tecnologías”.

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Por Alex E. Proimos
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En la actualidad, es asombroso y preocupante analizar cuántas horas al día pasan los niños y adolescentes delante de un ordenador, de una consola, etc… Aunque resulta más alarmante comprobar, que la inmensa mayoría de ellos se aburren si se les priva de estos aparatos electrónicos. Y es que: ¿cómo puede aburrirse un niño?; ¿dónde queda la creatividad y la imaginación característica de estas edades?; ¿qué ha sido de ella?.

Del mismo modo, debería preocuparnos lo que está ocurriendo a raíz de los nuevos dispositivos móviles. Antes había una barrera entre Internet y las personas, ya que si no disponías de un ordenador, a poca gente le salía rentable conectarse desde sus móviles; como podemos comprobar fácilmente a nuestro alrededor, esta barrera ya ha sido superada.

De este avance tecnológico, por supuesto, se derivan consecuencias positivas. Sin embargo, queremos resaltar un aspecto muy negativo: las personas parecemos hipnotizadas por nuestros móviles, parecemos totalmente dependientes de ellos. La inmensa mayoría  se pasa el día conectado a su teléfono particular, incluso cuando quedan con sus amigos, o cuando están de viaje, no hay descanso, el móvil siempre está en sus manos.

Ante esta situación, muchos jóvenes y adultos absortos por éstos, empiezan a olvidarse de la gente que les rodea, empiezan a olvidar la importancia de relacionarse y de comunicarse con alguien cara a cara.

Como ya hemos comentado, en esta era de la información es imprescindible que todo niño desarrolle las capacidades necesarias para manejarse con las nuevas tecnologías y con la gran cantidad de información que nos desborda. Pero es igual de importante y necesario que desde las escuelas y desde las familias se fomente en los jóvenes un pensamiento crítico sobre el uso que debemos hacer de las tecnologías; pues debemos valorar que más allá de éstas hay un mundo que nos aguarda.


Por último, a continuación os invitamos a visualizar el siguiente vídeo, el cual refleja la idea que hemos querido transmitir a lo largo de esta entrada.



Tania y Valeria


sábado, 14 de abril de 2012

Registro Inoportuno


Nombre, apellidos, sexo, fecha de nacimiento, localidad…

Palabras que pueden definir quiénes somos.

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Por AdminGreen
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Datos que para algunos son insignificantes y que en apariencia abren muchas puertas.

Información que puede beneficiar a muchas personas… a nuestra costa.

Este es el resumen de la acción de suscribirse a una página web o de inscribirse en cualquier red social.

No obstante, muchas personas no son conscientes de lo que supone  entregar estos datos, y esa casilla que continúa con la “frase”: Conozco y acepto la política de privacidad, es marcada por la gran mayoría sin pararse a leer lo que hay detrás de la misma.

A la hora de emplear las TIC en la educación nos toparemos en numerosas ocasiones con la necesidad de dar nuestros datos y que los alumnos aporten los suyos con tal de acceder a ciertas herramientas.

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Por planeta
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En este punto volvemos a mostrar nuestra total discrepancia como ya hicimos en la entrada anterior, pero dejando a un lado eso… ¿Realmente son conscientes los docentes de qué arriesgan los alumnos con esas inscripciones? ¿Qué clase de privacidad posee esa página web?, ¿A qué le autoriza la ley?... Muchas preguntas y lo cierto es que muchos de estos maestros, al igual que harán en su casa, marcarán la conocida casilla sin más y harán que los alumnos hagan “clic” también en ella.

Con suerte habrá algún alumno preocupado que se pregunte qué hay tras esa “frase”, y que o seguirá las instrucciones del maestro e ignorará su duda con tal de aprobar; será sometido a burla por parte de sus compañeros por ser una “tontería” o que en el mejor pero improbable caso le preguntará al profesor quien le obligará con cualquier excusa a aceptar tal condición.

Recapacitemos: La función del maestro es estar informado, informar a los alumnos y enseñar a los alumnos a informarse.

Por tanto…

Si en algún momento nos vemos obligados a introducir a nuestros alumnos por la vía personal a Internet…

¡Leamos antes de aceptar! ¡Hagamos que los alumnos lean antes de aceptar!

Y aceptemos sólo cuando estemos de acuerdo, cuando los alumnos estén de acuerdo, cuando estemos verdaderamente informados.

Sólo si hacemos esto, evitaremos que Internet nos domine, que las empresas que lo dirigen nos manipulen y que nuestros alumnos sean de esos que aceptan sin pensar.

Nosotras seguiremos siendo las “tontas” que hacen la “tontería” de leer antes de aceptar. Pero eso sí, ¡a mucha honra!


Tania y Valeria



jueves, 5 de abril de 2012

Pagar o no pagar... ¡Esa es la cuestión!


Retomando el tema en el que nos centramos la semana anterior se nos han presentando una serie de cuestiones que nos gustaría comentar. ¿Quién sabe? Puede que algunos de vosotros también os las hayáis planteado.

Como ya dijimos, existen numerosos softwares y aplicaciones, online y offline, destinados a la educación o que podrían enfocarse a dicho ámbito…; y muchas de las cuales todavía no son lo suficientemente conocidas.

Pues bien, la mayoría de estas herramientas suelen caracterizarse por poseer distintos tipos de cuentas, de modo que la manera de acceder a ellas podrá ser gratuita o pagando. Así, encontramos algunas como Spotify, Flickr, Slideshare o Dipity. Lo que caracteriza a éstas es que a simple vista tienen una función educativa o, al menos, podrían emplearse en la educación, pero para acceder a ellas con total libertad y trabajar de modo completo en el aula necesitaríamos conseguir una cuenta de pago. Esto dificulta el trabajo con las mismas, puesto que no muchos centros están dispuestos a pagar o tienen el dinero necesario para hacerlo.

Por otro lado, encontramos otras muchas como son Pixton, Animoto, Glogster o Go! Animate; todas ellas con distintos tipos de cuentas: gratuitas y de pago. La cualidad que las hace destacar es que poseen cuentas específicas para uso educativo, para lo cual es necesario ser profesor. El inconveniente es que hasta para conseguir una cuenta con la intención de educar es necesario pagar.

Existen otras. Prezi y Storybird son algunas de ellas, aunque las menos numerosas. La primera, aunque posee una serie diversa de cuentas gratuitas y de pago, se diferencia del resto por la existencia de una cuenta gratuita de uso educativo. La segunda, aunque tiene diversas cuentas, estas son gratuitas y van destinadas total y completamente a la educación, ya sea dentro o fuera del aula.

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Por pioforsky
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Así pues, no volvemos a encontrar en una encrucijada que puede que muchos de vosotros hayáis ido hilando a medida que hemos avanzado en esta entrada. Es evidente que deben existir cuentas de pago, porque sino las empresas creadoras no obtendrían beneficios, pudiendo ser la mayoría con fines lucrativos o de negocios; y también es lógico que existan cuentas gratuitas, aunque con ciertas limitaciones, para la gente de a pie o para aquellas personas que prefieren probar la herramienta antes de pagar por ella. Ahora bien, lo que nos sorprende es que sólo algunas de ellas poseen cuentas destinadas al uso educativo, y aun nos extraña más, que muy pocas proporcionen estas cuentas como gratuitas.

Sinceramente, qué obtienen las empresas con estas cuentas de pago destinadas a escuelas, cuando pocos colegios pueden permitírselo. Si lo que quieren es obtener beneficios, que regalen dichas cuentas a los centros escolares, así, al menos, obtendrán una publicidad positiva que aumentará el uso de las herramientas por otros usuarios, tales como empresarios, quienes sí que podrán y estarán dispuestos a pagar por una de sus cuentas.

Otro detalle. ¿Por qué estas herramientas destinadas, supuestamente, a mejorar la educación precisan de un registro desde alguna red social en su mayoría? ¿Es cierto que están destinadas al aprendizaje de niños y niñas de primaria? ¿Esos niños a los que intentamos mantener lo más alejados posibles de esas redes sociales tan poco apropiadas para ellos?

Tal vez no estén destinadas a la educación como aparentan. Y como siempre volvemos al mismo punto de partida. Si las empresas que han diseñado una herramienta, la venden a una escuela, cuyos alumnos necesitan de una cuenta de facebook para acceder, hay muchas más empresas que se benefician. Y no vale la excusa de… “ya pero para registrarse hay que tener un mínimo de edad”. Y eso qué importa, ¿acaso el ordenador sabe que la persona que escribe miente? Y habrá quien diga: “Pero si se sabe que es menor puede denunciarse y eliminaran su cuenta”. Claro, pero… ¿acaso el niño no puede hacerse otra cuenta de correo y crear una nueva cuenta en dicha página o red social.

El problema al que nos remitimos es que siempre saldrá alguien beneficiado, sin duda, pero pocas veces serán las escuelas, los alumnos o la educación. Los beneficios van al bolsillo y al banco de unos pocos, y lo peor es que somos nosotros, los afectados, quienes les proporcionamos sus ganancias.

Por desgracia, sino pagamos no podemos lograr esos recursos que la Ley dice que debemos emplear en la educación para que los alumnos posean conocimientos sobre las Nuevas Tecnologías, empleen las TIC con soltura y consigan un aprendizaje significativo. No se ofendan, pero… ¿podemos reírnos?

En resumen, sea como sea, la Ley nos obliga, las empresas nos obligan y nuestra vocación de maestro nos obliga. Al final, los más perjudicados son los niños y niñas, esas personitas que representan el futuro y a los cuales les dejamos sin oportunidades, sin recursos y sin ganas de aprender.

¿Podremos cambiar esto?

Nuestra respuesta: “Esperemos que algún día”.


Tania y Valeria