jueves, 5 de abril de 2012

Pagar o no pagar... ¡Esa es la cuestión!


Retomando el tema en el que nos centramos la semana anterior se nos han presentando una serie de cuestiones que nos gustaría comentar. ¿Quién sabe? Puede que algunos de vosotros también os las hayáis planteado.

Como ya dijimos, existen numerosos softwares y aplicaciones, online y offline, destinados a la educación o que podrían enfocarse a dicho ámbito…; y muchas de las cuales todavía no son lo suficientemente conocidas.

Pues bien, la mayoría de estas herramientas suelen caracterizarse por poseer distintos tipos de cuentas, de modo que la manera de acceder a ellas podrá ser gratuita o pagando. Así, encontramos algunas como Spotify, Flickr, Slideshare o Dipity. Lo que caracteriza a éstas es que a simple vista tienen una función educativa o, al menos, podrían emplearse en la educación, pero para acceder a ellas con total libertad y trabajar de modo completo en el aula necesitaríamos conseguir una cuenta de pago. Esto dificulta el trabajo con las mismas, puesto que no muchos centros están dispuestos a pagar o tienen el dinero necesario para hacerlo.

Por otro lado, encontramos otras muchas como son Pixton, Animoto, Glogster o Go! Animate; todas ellas con distintos tipos de cuentas: gratuitas y de pago. La cualidad que las hace destacar es que poseen cuentas específicas para uso educativo, para lo cual es necesario ser profesor. El inconveniente es que hasta para conseguir una cuenta con la intención de educar es necesario pagar.

Existen otras. Prezi y Storybird son algunas de ellas, aunque las menos numerosas. La primera, aunque posee una serie diversa de cuentas gratuitas y de pago, se diferencia del resto por la existencia de una cuenta gratuita de uso educativo. La segunda, aunque tiene diversas cuentas, estas son gratuitas y van destinadas total y completamente a la educación, ya sea dentro o fuera del aula.

Algunos derechos reservados
Por pioforsky
www.flickr.com
Así pues, no volvemos a encontrar en una encrucijada que puede que muchos de vosotros hayáis ido hilando a medida que hemos avanzado en esta entrada. Es evidente que deben existir cuentas de pago, porque sino las empresas creadoras no obtendrían beneficios, pudiendo ser la mayoría con fines lucrativos o de negocios; y también es lógico que existan cuentas gratuitas, aunque con ciertas limitaciones, para la gente de a pie o para aquellas personas que prefieren probar la herramienta antes de pagar por ella. Ahora bien, lo que nos sorprende es que sólo algunas de ellas poseen cuentas destinadas al uso educativo, y aun nos extraña más, que muy pocas proporcionen estas cuentas como gratuitas.

Sinceramente, qué obtienen las empresas con estas cuentas de pago destinadas a escuelas, cuando pocos colegios pueden permitírselo. Si lo que quieren es obtener beneficios, que regalen dichas cuentas a los centros escolares, así, al menos, obtendrán una publicidad positiva que aumentará el uso de las herramientas por otros usuarios, tales como empresarios, quienes sí que podrán y estarán dispuestos a pagar por una de sus cuentas.

Otro detalle. ¿Por qué estas herramientas destinadas, supuestamente, a mejorar la educación precisan de un registro desde alguna red social en su mayoría? ¿Es cierto que están destinadas al aprendizaje de niños y niñas de primaria? ¿Esos niños a los que intentamos mantener lo más alejados posibles de esas redes sociales tan poco apropiadas para ellos?

Tal vez no estén destinadas a la educación como aparentan. Y como siempre volvemos al mismo punto de partida. Si las empresas que han diseñado una herramienta, la venden a una escuela, cuyos alumnos necesitan de una cuenta de facebook para acceder, hay muchas más empresas que se benefician. Y no vale la excusa de… “ya pero para registrarse hay que tener un mínimo de edad”. Y eso qué importa, ¿acaso el ordenador sabe que la persona que escribe miente? Y habrá quien diga: “Pero si se sabe que es menor puede denunciarse y eliminaran su cuenta”. Claro, pero… ¿acaso el niño no puede hacerse otra cuenta de correo y crear una nueva cuenta en dicha página o red social.

El problema al que nos remitimos es que siempre saldrá alguien beneficiado, sin duda, pero pocas veces serán las escuelas, los alumnos o la educación. Los beneficios van al bolsillo y al banco de unos pocos, y lo peor es que somos nosotros, los afectados, quienes les proporcionamos sus ganancias.

Por desgracia, sino pagamos no podemos lograr esos recursos que la Ley dice que debemos emplear en la educación para que los alumnos posean conocimientos sobre las Nuevas Tecnologías, empleen las TIC con soltura y consigan un aprendizaje significativo. No se ofendan, pero… ¿podemos reírnos?

En resumen, sea como sea, la Ley nos obliga, las empresas nos obligan y nuestra vocación de maestro nos obliga. Al final, los más perjudicados son los niños y niñas, esas personitas que representan el futuro y a los cuales les dejamos sin oportunidades, sin recursos y sin ganas de aprender.

¿Podremos cambiar esto?

Nuestra respuesta: “Esperemos que algún día”.


Tania y Valeria


No hay comentarios:

Publicar un comentario