Retomando el tema en el que nos centramos
la semana anterior se nos han presentando una serie de cuestiones que nos
gustaría comentar. ¿Quién sabe? Puede que algunos de vosotros también os las
hayáis planteado.
Como ya dijimos, existen numerosos softwares y aplicaciones, online y
offline, destinados a la educación o que podrían enfocarse a dicho ámbito…; y
muchas de las cuales todavía no son lo suficientemente conocidas.
Pues bien, la mayoría de estas
herramientas suelen caracterizarse por poseer distintos tipos de cuentas, de
modo que la manera de acceder a ellas podrá ser gratuita o pagando. Así,
encontramos algunas como Spotify, Flickr, Slideshare o Dipity. Lo que
caracteriza a éstas es que a simple vista tienen una función educativa o, al
menos, podrían emplearse en la educación, pero para acceder a ellas con total
libertad y trabajar de modo completo en el aula necesitaríamos conseguir una
cuenta de pago. Esto dificulta el trabajo con las mismas, puesto que no muchos
centros están dispuestos a pagar o tienen el dinero necesario para hacerlo.
Por otro lado, encontramos otras muchas
como son Pixton, Animoto, Glogster o Go! Animate; todas ellas con distintos
tipos de cuentas: gratuitas y de pago. La cualidad que las hace destacar es que
poseen cuentas específicas para uso educativo, para lo cual es necesario ser
profesor. El inconveniente es que hasta para conseguir una cuenta con la
intención de educar es necesario pagar.
Existen otras. Prezi y Storybird son
algunas de ellas, aunque las menos numerosas. La primera, aunque posee una
serie diversa de cuentas gratuitas y de pago, se diferencia del resto por la
existencia de una cuenta gratuita de uso educativo. La segunda, aunque tiene
diversas cuentas, estas son gratuitas y van destinadas total y completamente a
la educación, ya sea dentro o fuera del aula.
Algunos derechos reservados Por pioforsky www.flickr.com |
Así pues, no volvemos a encontrar en una
encrucijada que puede que muchos de vosotros hayáis ido hilando a medida que
hemos avanzado en esta entrada. Es evidente que deben existir cuentas de pago,
porque sino las empresas creadoras no obtendrían beneficios, pudiendo ser la
mayoría con fines lucrativos o de negocios; y también es lógico que existan
cuentas gratuitas, aunque con ciertas limitaciones, para la gente de a pie o
para aquellas personas que prefieren probar la herramienta antes de pagar por
ella. Ahora bien, lo que nos sorprende es que sólo algunas de ellas poseen
cuentas destinadas al uso educativo, y aun nos extraña más, que muy pocas
proporcionen estas cuentas como gratuitas.
Sinceramente, qué obtienen las empresas
con estas cuentas de pago destinadas a escuelas, cuando pocos colegios pueden
permitírselo. Si lo que quieren es obtener beneficios, que regalen dichas
cuentas a los centros escolares, así, al menos, obtendrán una publicidad positiva
que aumentará el uso de las herramientas por otros usuarios, tales como
empresarios, quienes sí que podrán y estarán dispuestos a pagar por una de sus
cuentas.
Otro detalle. ¿Por qué estas herramientas
destinadas, supuestamente, a mejorar la educación precisan de un registro desde
alguna red social en su mayoría? ¿Es cierto que están destinadas al aprendizaje
de niños y niñas de primaria? ¿Esos niños a los que intentamos mantener lo más
alejados posibles de esas redes sociales tan poco apropiadas para ellos?
Tal vez no estén destinadas a la
educación como aparentan. Y como siempre volvemos al mismo punto de partida. Si
las empresas que han diseñado una herramienta, la venden a una escuela, cuyos
alumnos necesitan de una cuenta de facebook
para acceder, hay muchas más empresas que se benefician. Y no vale la excusa de…
“ya pero para registrarse hay que tener un mínimo de edad”. Y eso qué importa,
¿acaso el ordenador sabe que la persona que escribe miente? Y habrá quien diga:
“Pero si se sabe que es menor puede denunciarse y eliminaran su cuenta”. Claro,
pero… ¿acaso el niño no puede hacerse otra cuenta de correo y crear una nueva
cuenta en dicha página o red social.
El problema al que nos remitimos es que
siempre saldrá alguien beneficiado, sin duda, pero pocas veces serán las
escuelas, los alumnos o la educación. Los beneficios van al bolsillo y al banco
de unos pocos, y lo peor es que somos nosotros, los afectados, quienes les
proporcionamos sus ganancias.
Por desgracia, sino pagamos no podemos
lograr esos recursos que la Ley dice que debemos emplear en la educación para
que los alumnos posean conocimientos sobre las Nuevas Tecnologías, empleen las
TIC con soltura y consigan un aprendizaje significativo. No se ofendan, pero…
¿podemos reírnos?
En resumen, sea como sea, la Ley nos
obliga, las empresas nos obligan y nuestra vocación de maestro nos obliga. Al
final, los más perjudicados son los niños y niñas, esas personitas que
representan el futuro y a los cuales les dejamos sin oportunidades, sin
recursos y sin ganas de aprender.
¿Podremos cambiar esto?
Nuestra respuesta: “Esperemos que algún
día”.
Tania y Valeria
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